La cooperativa como formato de empresa autogestionada por los trabajadores y las trabajadoras, abre un amplio escenario de posibilidades para el pasaje del trabajador, en tanto objeto al servicio del desarrollo de su patrón/capitalista, al trabajador sujeto al servicio de su propio desarrollo como trabajadxr y como persona en el marco de un desarrollo colectivo más amplio. En todo caso este proceso no está exento de desafíos por demás complejos.

La democracia interna, la igualdad, la solidaridad, la cooperación, la horizontalidad, son objetivos que demandan un fuerte compromiso para ser alcanzados, o al menos buscados con compromiso; podemos decir en efecto, que el cooperativismo debiera ser la síntesis del desarrollo de un colectivo de personas que logran llevar a la prácticas estas máximas y no al revés.

Sostener este proceso de transformación de las condiciones del trabajo, es una tarea por demás compleja, sobre todo si tenemos en cuenta que buscamos desarrollar un modelo de empresa y un modelo de economía, que va contra las máximas del sistema económico/social dominante. Por lo tanto, se abre la compleja tarea de pensar y llevar a la práctica estrategias para el desarrollo de este modelo de empresa de personas, dentro de un sistema de libre mercado que promueve el desarrollo de empresas de capital.

Existe un antagonismo entre modelos, por un lado, el modelo capitalista, con base en la meritocracia y el individualismo, la explotación del hombre por el hombre y la explotación de la naturaleza, entre otras y por otro lado, las ideas que promueve el cooperativismo y de forma más amplia la Economía Social y Solidaria, apoyadas en cimientos de horizontalidad, perspectiva de derechos, respeto de la naturaleza. En este contexto, necesitamos una estrategia de actores múltiples, que permita una alianza de todos los sectores vulnerados por las consecuencias sociales del capitalismo: trabajadorxs, desocupadxs, jubiladxs, jóvenes, excluidxs. Necesitamos un ecosistema que cree las condiciones para el paso a una economía social y solidaria basada en las personas, y que se construya sobre las bases del desarrollo local y la integración regional.

En palabras de Floreal Gorini

Lo que hoy creemos es que hay que volver a las fuentes y plantearnos que el cooperativismo no sólo es una forma de organizar a los trabajadores y las trabajadoras en pequeñas comunidades cooperativas para producir, comercializar, explotar recursos de la naturaleza, etc, sino que además debe plantearse la transformación de la sociedad cuestionando todo lo que afecta al desarrollo de la cooperación, que le pone límites y que le es opositor. En consecuencia, tiene que realizarse un enfrentamiento cultural e ideológico con el capitalismo [Gorini 2004].

El desafío pasa por construir una alternativa desde el Cooperativismo y la Economía Social y Solidaria, que prefigure la sociedad con la que soñamos y la que buscamos construir en nuestras prácticas cotidianas. Miles de compañeres y organizaciones nos damos a la tarea de pensar desde la práctica cotidiana, un mundo en el que quepan todos los mundos, el gran desafió es seguir aprendiendo de las luchas que nos parieron y logran un proyecto de síntesis, que en la diversidad, nos de las herramientas para fundar un proyecto político y social aglutinante.